José Alberto Vélez Cadavid

Sostenibilidad, más que RSE

Ingeniero Administrador de la Universidad Nacional de Colombia, máster of Science en Ingeniería de la Universidad de California (UCLA), Estados Unidos, e ingeniero Honoris Causa de la Escuela Nacional de Ingenieros de Metz, Francia. Fue presidente de Argos y Suramericana de Seguros, además, miembro de juntas directivas de varias empresas privadas y autor del libro Crecer con audacia. Actualmente es miembro del Consejo Latinoamericano del Wilson Center de Washington y presidente del Consejo Superior de la Universidad EAFIT.

La sostenibilidad no puede entenderse como una moda pasajera o un concepto etéreo, es una convicción que debe permear a todos los niveles de las organizaciones para hacerlas viables en el tiempo. Si es aplicada de manera coherente y debidamente planeada, mediante el uso de herramientas y conceptos basados en transparencia, credibilidad, confianza, ética, innovación y calidad de la gestión, genera reducción de costos, aumento de márgenes y de ventas, y un mejor manejo del capital.

Este concepto debe convertirse en el verdadero ADN de toda organización por encima de cualquier otro aspecto, en su razón de ser y en el principal objeto de las demás acciones estratégicas que se pongan en marcha como la internacionalización, la innovación y la generación de una nueva cultura organizacional. El enfoque de sostenibilidad muestra que ya no se trata de ver cómo se reparten las utilidades, sino de saber cómo se obtienen, de qué contexto provienen, a quiénes involucra y cómo asegurar que tanto la empresa como su entorno, crezcan.

Se entiende la sostenibilidad como la vinculación y el equilibrio entre la rentabilidad, el desarrollo social y la disminución de los impactos ambientales, teniendo como marco de referencia las buenas relaciones con clientes, accionistas, trabajadores, contratistas y comunidades aledañas a los que se debe la empresa. Con estas premisas se trabaja en el desarrollo de estrategias orientadas a cada uno de los grupos de interés, en búsqueda de las mejores relaciones y la satisfacción en una apuesta por ganancias compartidas y un mejor porvenir para la sociedad.

En octubre de 2007, la Junta Directiva de Cementos Argos tomó dos decisiones trascendentales para el desarrollo integral de la organización: primero, la adhesión voluntaria al Pacto Global, iniciativa de las Naciones Unidas; y segundo, medir el cumplimiento del mismo usando indicadores del Global Reporting Initiative (GRI), que son los parámetros que aplican las compañías más importantes del mundo para evaluar su desempeño en responsabilidad social corporativa, y relación con su entorno y grupos de interés.

Ambas decisiones pusieron aún más altas las metas y el impacto esperado, y las enmarcan, ya no como Responsabilidad Social Empresarial (RSE), sino bajo un concepto más amplio, internacional y ambicioso: sostenibilidad. Se entendió que no era una moda, sino un camino de crecimiento y perdurabilidad del negocio, teniendo en cuenta a todos sus grupos de interés de una manera holística. Era también una manera de identificar cuáles podrían ser las vulnerabilidades de la operación o dónde podría comprometerse esta por uno u otro motivo y actuar preventivamente para minimizar esos riesgos convirtiéndolos en ventajas para el desarrollo de la empresa. Había que entender que todo estaba relacionado y que se generaba más valor siendo coherentes: si el foco de la empresa era producir cemento, como se había determinado en la estrategia porque esta era una de sus fortalezas competitivas indiscutibles, y esto genera un impacto ambiental, desatender esto desde el comienzo, pondría en peligro la continuidad misma de la producción. Una mirada sostenible debía considerar en conjunto todos los detalles de la empresa y articular de manera estratégica toda su gestión.

El impacto ambiental, las relaciones laborales, la percepción de las comunidades, la producción de cemento, la logística de despachos, las relaciones con los clientes, el rendimiento financiero, todo tenía que ver entre sí y solo bajo una perspectiva sostenible podrían trazarse las relaciones de aspectos que en apariencia no tenían vinculación directa.

En 2009 Argos fue invitado a hacer parte del Índice Dow Jones de Sostenibilidad (DJSI), del que solo hacen parte trescientas empresas en el mundo. Fue un mérito que elevaba aún más los estándares con los que la empresa quería trabajar. No es un índice que mide la rentabilidad o las utilidades, sino un marco muy exigente, creado en 1999 en los Estados Unidos, al cual no todas las empresas del mundo pertenecen. Esta invitación solamente se la extienden a algunas organizaciones que, por sus índices financieros y bursátiles, se destacan en los mercados internacionales y en los indicadores de sostenibilidad que registran y publican, luego de lo cual se hacen varios cuestionarios muy exigentes para evaluar si la empresa puede o no ingresar al DJSI.

Primero, se evalúa el comportamiento financiero, que es, de alguna manera, lo que llama la atención de las firmas que lo realizan Standard & Poor’s y Dow Jones. Luego se evalúan exhaustivamente la dimensión económica, el gobierno corporativo, las prácticas laborales, la captación y retención de talento, la equidad de género, el respeto por los derechos humanos, el manejo de recurso hídrico, la biodiversidad, el manejo de residuos, las emisiones de CO2, el uso de recursos alternativos, la seguridad industrial y la salud ocupacional, las prácticas comerciales, la gestión de proveedores, la satisfacción de los clientes, el cumplimiento fiscal y de impuestos, las inversiones sociales, la ciudadanía corporativa y todo el relacionamiento con grupos de interés, entre otras variables detalladas.

La información es objetiva y, según el resultado, la empresa es o no invitada a participar. Argos fue elegida entre 3.500 compañías seleccionadas cada año, 800 de las cuales hacen parte del grupo de Materiales de Construcción. Dentro del ranking se otorgan puntajes según las cifras y sustentos de la empresa, cuidadosamente auditados por la firma RobecoSam. Gracias a estas mediciones y comparaciones con las empresas más fuertes del mundo fue posible mejorar aspectos que eran débiles y que era necesario reforzar para mantenerse en este selecto grupo.

La sostenibilidad corporativa, social y del planeta debe ser el ADN del empresariado de cara a la productivadad y a la generación de valor social.

Por cinco años consecutivos, desde 2012, Cementos Argos ha sido ratificado como miembro del Índice de Sostenibilidad del Dow Jones en sus categorías más altas, Bronze, Silver y, la máxima, Gold, concedida en 2017, que reconoce las buenas prácticas en sostenibilidad económica, ambiental y social de compañías inscritas en mercados bursátiles.

Lograr y mantener este reconocimiento implica realizar exhaustivamente las mediciones y mejorar continuamente en aquellos aspectos donde la calificación no iguala el estándar esperado para ese año, pues los parámetros son cada día más altos y se modifican de periodo a período. Hoy Argos ocupa el primer puesto por encima de otras cementeras internacionales como Lafarge-Holcim o la irlandesa CRH (Cement-Roadstone Holdings), y es líder en el segmento de materiales de construcción.

En resumen, las tres dimensiones de la sostenibilidad (económica, ambiental y social) tienen la misma importancia y pesan igual en la toma de decisiones. Dentro de un enfoque tradicional de la RSE era frecuente mirar primero lo económico. Por ejemplo, al elegir un proveedor se miraba cuál podría ser el de mejor costo-beneficio, descuidando los impactos sociales o ambientales que podría originar. Bajo un enfoque de sostenibilidad, en el que las tres dimensiones son igualmente importantes, se exigió el equilibrio como premisa. Así, todos los proveedores deberían cumplir estrictamente con aspectos normativos ambientales y sociales al tiempo que ofrecen una relación de costos razonable para las operaciones de Argos. Absolutamente todas las actuaciones con las comunidades, proveedores, clientes y empleados empezaron a medirse en términos de sostenibilidad, haciéndola una política viva y no una serie de presupuestos que, como a veces ocurre en algunas empresas, son letra muerta. Cada año, desde 2009, se realiza la Semana de la Sostenibilidad para refrendar y avanzar en los compromisos adquiridos.

La sostenibilidad, entendida como lo hemos expuesto, abre también las puertas hacia la innovación en todos los aspectos. Estar atentos a tantas dimensiones del negocio propiamente y que se cumplan con todos los estándares de buen manejo con los grupos de interés, otorga un lugar privilegiado para obtener y generar información de hacia dónde van las industrias y las economías. Aprovechar el enfoque sostenible evita “dormirse en los laureles” de los logros del presente y mirar hacia dónde van las tendencias del mercado y, en ese sentido, imaginar e investigar cuáles podrían ser los rumbos por venir. Innovación y sostenibilidad van de la mano. Una empresa es sostenible porque innova y mejora constantemente en sus procesos, productos y formas de relacionarse con sus grupos de interés; y sin un enfoque de preservar el negocio a futuro en un entorno cada vez más competitivo y guiado por los desarrollos tecnológicos como el que vivimos, no sentirá la urgencia permanente de innovar.

Todos los esfuerzos para ser una empresa sostenible dentro de los más altos estándares mundiales protegen a la organización de desaparecer porque se conoce mejor a sí misma y cuenta con información muy detallada de su operación y de su entorno, le permite cambiar rápido, reinventarse oportunamente y que no le ocurra, como a la famosa empresa Kodak, por ejemplo, que vio ante sus ojos cómo las empresas de teléfonos celulares se apropiaron de su mercado cuando incorporaron cámaras a los dispositivos móviles.

El trabajo con convicción es productividad