Ricardo Jaramillo Gaviria
Las regiones como núcleo del desarrollo

El epicentro del desarrollo se ha pensado tradicionalmente desde las ciudades, en ellas se han concentrado los servicios de educación, salud, infraestructura, logística y recreación, dejando a las zonas rurales y regiones con una oferta limitada. Este contexto ha generado un aislamiento a la población que le ha impedido desarrollarse de forma integral.
Sin embargo, gran parte del progreso de Antioquia y Colombia se ha dado en el sector rural mediante la producción de alimentos, materias primas, generación de energía y minería, sectores que han aportado al ingreso de las personas y a la construcción de un tejido social diverso, según las costumbres y ecosistemas que se han creado a través del tiempo.
Si las regiones tienen acceso a servicios básicos de calidad y se promueve una cultura de conocimiento, innovación y sostenibilidad, podremos potencializar las oportunidades que tienen las mismas para desarrollarse, creando ecosistemas productivos conectados con servicios y redes de conocimiento para que las empresas crezcan junto a las personas y las familias.
Nuestras regiones han sido privilegiadas con recursos naturales, biodiversidad y talento humano, estamos en un buen momento para avanzar y pasar de las oportunidades a las realidades, convirtiéndolas en grandes zonas de progreso, capaces de competir y enfrentar retos mundiales. El sector agropecuario, el turismo y la energía podrían jugar papeles determinantes a futuro.
Cuando hablamos de agro, no necesariamente debemos pensar en tierra, mano de obra y sembrados, el nuevo agro va mucho allá y requiere de nuevos talentos que sean capaces de crear empresas que agreguen valor, que tengan visón internacional, que incluyan tecnología en sus procesos, que produzcan alimentos para la salud, que respeten el medioambiente y que su capital humano se base en el conocimiento y no en la mano de obra de bajo costo.
Hoy las empresas del agro que quieren ser sostenibles deben producir más alimentos con menos recursos, especialmente agua y energía, esto hace que deban trabajar en generación renovable, reutilización de los desechos, procesos de mejoramiento genético, robotización de algunas labores de cosecha, poscosecha e industrialización y el uso de tecnología de información para optimizar las diferentes etapas de la cadena de valor.
En cuanto al turismo, tenemos las condiciones para convertirnos en un destino diferente, autóctono, con cosas nuevas por descubrir y muy novedoso para los turistas internacionales. Los recursos naturales, la producción de productos tropicales como el café, el cacao, el banano y las frutas exóticas se convierten en importantes atractivos por explotar. Para alcanzar niveles importantes de ingresos se requiere transferir conocimiento a prestadores de servicios, apoyar el desarrollo de infraestructura y crear una cultura de servicio.
La energía será un factor determinante para el desarrollo de los países y contamos con los recursos naturales que nos permiten producir energías renovables a precios competitivos y que garantizarían la sostenibilidad de nuestras empresas. Debemos proteger la biodiversidad, el agua y promover una cultura sostenible entre los habitantes.
Para que podamos pasar de la oportunidad a la realidad, es importante transformar nuestra cultura hacia un modelo sostenible y con valor agregado basado en el conocimiento, la cooperación, el emprendimiento. Estas bases nos ayudarán a tener regiones con altos ingresos, una clase media en crecimiento y empresas con capacidad de aportar al desarrollo responsable de las regiones.
El conocimiento es el pilar del desarrollo de una sociedad, las regiones requieren talentos con un conocimiento multidisciplinario. El desarrollo de software, la robótica, la ingeniería genética, la logística, el mercadeo, las comunicaciones, la psicología, la administración, entre otras áreas, serán necesarias para contar con regiones que puedan aprovechar su potencial.
Hoy gran parte del talento de las ciudades está ubicado en labores tradicionales de industria y servicios, en muchos casos por desconocimiento de las grandes oportunidades que tienen nuestras regiones especialmente en el área rural. El sector educativo debe evolucionar hacia un modelo donde la investigación y el desarrollo de soluciones sea pensado desde nuestro potencial y de manera conjunta con el sector empresarial. La universidad debe ser el núcleo que integre la empresa, el Estado y la sociedad.
El conocimiento ayudará a consolidar el desarrollo de las regiones rurales, generando más ingresos para las personas, una clase media de trabajadores creciente y familias con capacidad de tomar decisiones para construir su futuro.
La cooperación y el pensamiento colectivo ayudarán a que se mejore la capacidad de investigación que requiere el sector productivo, se respete el medioambiente y los recursos naturales como un bien de todos, se fortalezca la capacidad de negociación frente a compradores o proveedores y se desarrollen planes de largo plazo con beneficios comunes.
Nuestra sociedad ha sido tradicionalmente individualista. En el sector rural, especialmente, la producción agropecuaria ha sido atomizada, informal y de poca cooperación. Es necesario promover redes y una cultura de mayor apertura hacia nuevos talentos, vincular personas de otras regiones o países y abrir la puerta a empresas e inversionistas socialmente responsables que estén dispuestos a enseñar, compartir tecnología, fomentar la asociatividad y promover el desarrollo económico, social y cultural para las regiones.
En el sector agropecuario será necesario promover una relación diferente entre empresas industriales y productores primarios, que se pase de comprar productos a ayudar a productores primarios para que progresen de forma integral. Esto puede lograrse a través de programas de transferencia de conocimiento y tecnología, apoyo social y promoción del emprendimiento. Adicionalmente, con modelos de valor compartido en los que las compañías ancla compartan capacidades y excedentes comerciales. Ejemplos de este modelo pueden observarse en cooperativas lecheras como Fonterra en Nueva Zelandia o Friesland Camina en Holanda en las que los productores reciben créditos, asistencia integral, garantía de compra para sus productos y los excedentes o utilidades generados en la operación comercial. Estos esquemas podrían generar más fidelidad y empoderamiento de los asociados o cooperados y facilitar la creación de clústeres y redes con alto potencial.

El emprendimiento ha sido una característica de nuestro capital humano, hoy necesitamos nuevos emprendedores con capacidades diferentes, que compitan en la nueva realidad económica, en la que la digitalización y el análisis de la información generen ventajas competitivas. La región debe abrirse al emprendimiento mundial y atraer talentos de otras regiones y otros países para crear redes que atraigan conocimiento y conecten nuestros emprendimientos con las soluciones requeridas en otros territorios.
Mostrar las oportunidades y los retos de cada una de nuestras regiones a los emprendedores nacionales e internacionales será una de las tareas más importantes. Si logramos captar inversión colombiana y extranjera, y desarrollar soluciones innovadoras para problemas locales que después puedan ser exportados al mundo, generaremos grandes opciones de desarrollo.
El ADN emprendedor que tenemos debe canalizarse y aprovecharse para que en las regiones donde se concentra gran parte de nuestra riqueza humana pueda explotarse. Desde el individuo, la familia o las empresas, pueden crearse emprendimientos que ayuden a promover ecosistemas que favorezcan el desarrollo, deben proporcionarse las herramientas a través de universidades, entidades de apoyo como Comfama y empresas, para que esta transformación económica y social pueda darse de forma ágil.
La sostenibilidad deberá ser un sello de las regiones, representándose en el respeto por las personas, el cuidado del medio ambiente, el desarrollo de una minería responsable, la producción de energías renovables, el reciclaje y la reutilización de los recursos para que se logre una economía circular en la que no se generen basuras sino materias primas reutilizables para generar productos de valor para la sociedad.

Este sello servirá para dar valor a los productos y servicios, será un diferenciador valorado por los consumidores del mundo y garantizará los recursos que demandan las nuevas generaciones para su desarrollo económico y social.
El valor agregado y la innovación debe ser la premisa de todos los productos y servicios regionales. Es mucho más valioso para la sociedad investigar y desarrollar una oferta innovadora, que ser proveedores de materias primas.
Los nuevos procesos productivos, la reutilización de desechos, la eficiencia logística, la genómica y el desarrollo de aplicaciones y software adaptados para solucionar retos de las empresas que se encuentran en las regiones, son algunos ejemplos que ayudarían para aumentar los ingresos y la calidad de vida de sus habitantes.
Por último quiero resaltar la gran labor de Comfama, que fortalece sus capacidades con un propósito claro de apoyar el desarrollo de regiones rurales a través de la construcción de ecosistemas productivos en los que el conocimiento, la generación de redes para las empresas y la mejora en oferta de servicios servirán para consolidar una clase media trabajadora educada, con familias capaces de tomar decisiones sobre su futuro y con empresas socialmente conscientes que aportarán para el desarrollo económico, social y cultural de las regiones con más proyección.
Esta intervención inteligente e integral aportará a la consolidación de regiones con una cultura innovadora, sostenible y basada en el conocimiento, que contará con la inversión de nuevas empresas y el fortalecimiento de las actuales para acortar las brechas de conocimiento respecto a países más avanzados, y que nos permitan pasar de la oportunidad a la prosperidad y el desarrollo.
